sábado, 29 de enero de 2011


Capítulo X


- ¡No hagas eso! – Dijo dándole un golpecito en el brazo
- ¿Qué? – Rió.
- ¡Eso! No lo hagas.
- ¿Qué cosa?
- No me mires así.
- ¿Así como?
- Tan…fijo.
- Te pongo… ¿nerviosa? – Dijo acercándose a Maddie
- No, nerviosa no, me pones incómoda – Dijo levantándose de la silla.
- Maddie, no, no te vayas, no era mi intención hacerte sentir incómoda – Dijo Michael, mientras la tomaba del brazo – Mira… ¿Qué te parece si… vamos al parque, como solíamos hacerlo y damos un paseo? – Sonrió.
- Si, claro, me parece una muy linda idea – Murmuró besando la mejilla de Michael.
- Bien, no esperemos más y vamos – Dijo animadamente levantándose de su asiento.
- ¡Quítate el pijama tonto! – Dijo riéndose y dándole un pequeño golpecito en el brazo.
- No es necesario que me maltrates – Sonrió – Con decirlo basta y sobra.
- Bueno, pero ve a cambiarte Niño Malo – Dijo besando la mejilla del joven – O sino no vamos.
- Sólo espérame un momento, no tardaré mucho, ¿si?
- Solo ve ¡Y rápido!



Luego de más o menos 5 minutos, Michael estaba listo, frente a Madeleine.
Se fueron caminando, no quisieron ir en auto o taxi. Disfrutaron del paisaje otoñal que adornaba las calles de Londres por aquel entonces.





- ¿Nos sentamos abajo de este árbol? – Murmuró con una cálida sonrisa en su rostro.
- Si quieres, hasta podríamos ir a la luna, si tú quieres claro – Rió.
- No es mala idea Maddie – Dijo mientras se sentaba al lado de la joven – ¿Que te parece si mañana vamos?
- Genial, mañana iremos a la luna.


Uno al lado del otro se recostaron en el pasto y en la colorida alfombra compuesta de hojas que caían delicadamente de los árboles, como si danzaran, para luego reposar sobre el suelo. Y allí estaban ellos, recostados sobre las multicolores hojas otoñales. Los dos permanecían con los ojos cerrados y una leve sonrisa en el rostro.


- Nuestras vidas serían tan diferentes sino nos conociéramos… No me arrepiento de nada, no me arrepentiré tampoco – Dijo de pronto, Michael.
- Si no te hubiese conocido, probablemente estaría muerta – Dijo Maddie, aun como los ojos cerrados.
- No lo creo, tienes mucho por que vivir.
- Estaba solaSiempre lo estuve y sin ti, no sé en que hubiese terminado mi vida.
- No digas eso – Dijo levantándose del suelo, para quedar sentado en frente de Maddie, esta última hizo lo mismo.
- Debes saberlo Michael, y esa es la verdad – Una lágrima comenzó a recorrer lentamente su mejilla derecha.
- No llores – Sonrió – Tu no estas sola, nunca lo estuviste y aunque en aquel tiempo no nos conocíamos, a la distancia yo estaba contigo y sin saberlo.
- Gracias – Dijo besando la mejilla del joven.





Y era cierto, Madeleine siempre se sintió sola, a pesar que vivió con su padre y rodeada de lujos. En su mente siempre rebotaba la frase “La felicidad no se compra con dinero, y tampoco con cosas materiales y no se basa en ellas tampoco” Su padre pretendía hacerlo y al parecer no comprendía que eso era imposible. La ausencia tampoco se recompensa de esa forma y menos la falta de amor.




- Mike…Yo sé que no soy tan demostrativa con mis sentimientos, pero…Te quiero.
- Yo también te quiero corazón, más de lo que crees y cuando sientas que estas sola, solo piensa en mi – Sonrió.
- Siempre lo hago, desde que despierto, hasta que me duermo.




La tarde se marchaba, para dar paso a la noche y ambos jóvenes decidieron marcharse.
Madeleine aun vivía en casa de Michael, él lo había decidido así y Maddie no pudo negarse a la petición del joven. Él, que todo lo conseguía con una tierna mirada, una cálida sonrisa o un puchero. Nadie podía negarle algo, siempre lo mencionaba.


- ¿Te gustaría ir a cenar a algún lugar? – Interrogó, Michael de la nada.
- Bueno – Sonrió.
- Bien, princesa ve a ponerte más hermosa de lo que estas, y saldremos – Dijo abrasándola.
- Como usted ordene apuesto joven – Dijo riendo.
- Mientras yo iré a darme un baño.


Maddie, luego de darse un baño, escogió un vestido color negro, con unos cuantos brillos que adornaban delicadamente en la parte de la cintura. El vestido era un poco más debajo de la rodilla. Escogió unos zapatos de taco medianamente fino, también de un color negro. Peino su cabello y lo dejo suelto. Maquillo levemente sus ojos.
Michael, por su parte, se dio un baño, se vistió con un pantalón negro, mocasines, una camisa azul con una chaqueta negra, su sombrero favorito y su cabello rizado, no muy largo, pero tampoco muy corto, lo dejo suelto.

Cuando estuvo todo listo, se decidieron a salir, esta vez, en el auto de Michael. 

domingo, 23 de enero de 2011


Capítulo IX




Sus rostros se rozaban. Las palabras ya no salían de sus labios. Sus miradas chocaban. Sus respiraciones se volvían una sola. Las manos de Michael estaban en la cintura de la joven y las de
Madeleine en el cuello de Michael. Se iban acercando. Se iban….haciendo uno. Sus labios se habían unido en uno solo. Michael aun la abrasaba por la cintura, y ella mantenía sus brazos alrededor del cuello del joven. Ambos con los ojos cerrados, dejándose llevar.





Michael reaccionó y rápidamente se separó de la joven.


- Perdón, yo….no debí – Dijo sentándose en una punta de la cama.


Madeleine no dijo ni una sola palabra, simplemente salió corriendo de la habitación. Michael estaba confundido, no sabía por que había besado a Maddie, no sabía que le pasaba, estaba como… ¿Enamorado? ¿Confundido?


Por otro lado estaba Maddie, confundida, más que nunca, confundida por primera vez en su vida, tal vez. Lo único que se le vino a la cabeza fue correr, correr fuera de la casa, hasta el jardín trasero, se sentó en un columpio que había a un costado de un gran árbol.
No hablaba, no decía nada. Simplemente miraba a un punto fijo y se columpiaba suave y lentamente.





Ninguno de los dos se había hablado durante la tarde, no se habían visto más. Tenían miedo de verse a los ojos y ver que pasaba de verdad.





- ¿Michael? – Dijo ella mientras abría la puerta principal de la casa y apenas asomando su cabeza.


Solo se oyó un silencio largo, que fue interrumpido por unos pasos. Era él.

- ¿Maddie? – Dijo mientras acariciaba a Blue, que dormía en sus brazos.
- Pensé que no estabas – Sonrió, para luego bajar su mirada.
- Miraba por la ventana – La miro dulcemente – ¿Vamos a tomar el té?
- Bueno, vamos.


(Narra Madeleine)


¡Estoy confundida! Lo sé. Pero ahora más que nunca, haré como que nada paso, como que… Esa parte de mi vida, nunca existió. La olvidare, eso haré.


- ¿Azúcar? – Me pregunto, sin mirarme.
- Si, dos por favor – Sonreí.
- Ten – Sonrió - ¿Qué hiciste durante la tarde? No te vi en la casa.
- Salí al jardín de atrás a columpiarme y después fui al parque a…pensar – Tomé un sorbo de té.
(Fin de la narración de Madeleine)



Ambos seguían como si nada hubiese pasado. Aunque había algo que incomodaba a Maddie, y era que Michael no le quitaba los ojos de encima.


-¡No hagas eso! – Dijo dándole un golpecito en el brazo
- ¿Qué? – Rió.
- ¡Eso! No lo hagas.
- ¿Qué cosa?
- No me mires así.
- ¿Así como?
- Tan…fijo.
- Te pongo… ¿nerviosa? – Dijo acercándose a Maddie.

sábado, 22 de enero de 2011

Capítulo VIII


La fiesta de disfraces que tanto había planeado Maddie junto a Nicole y Michael, comenzaba por la noche.
Al ser la casa de Madeleine, y la casa, ser bastante grande, o más bien dicho, siendo una mansión, se realizó allí.
La fiesta era de temática medieval, lo que la hacía, por lo menos para Maddie, “más interesante” pues la decoración era al estilo medieval y los invitados debían asistir vestidos de acuerdo a la época.


Cuando la fiesta dio comienzo, o estaba por comenzar…


- Miren quien viene aquí… ¿Es la princesita de este reino? – Dijo haciendo una reverencia.
- Oh, y que veo… ¿Es el príncipe del reino vecino? – Ambos rieron.
- Hola Maddie – Dijo dándole un beso en la mejilla.
- Hola Mike, ¿Cómo esta mi príncipe? – Sonrió.
- Bien, ¿y tu?
- Bien, algo ansiosa, quiero que esto resulte y resulte bien – Dijo abrasando a Michael.
- Princesita de mis sueños, ¿ha llegado alguien más, Nicole, Selena o alguien más? – Dijo besando su frente.
- Mmmm…Precisamente Nicole viene ahí. Oh! Y viene con alguien, ¿quién será? – Sonrió maliciosamente.
- Huy! Madeleine Strong, que son esos abrazos con Michael y tantos cariñitos – Dijo riendo.
- ¡Cállate! y deja de insinuar cosas y mejor dime quien es el caballero que traes contigo – Dijo guiñándole un ojo.
- Oh! Un amigo.



Los comentarios de Nicole habían logrado sonrojar un poco a Michael y a la vez lo puso algo incómodo. Pero trataba de hacer como que no los había oído.




Luego de unos minutos más, la gran mayoría de los invitados había llegado. La fiesta daba comienzo con un baile de salón.


- Soy mala para esto – Dijo Maddie Mirando sus pies mientras bailaba con Michael.
- No lo creo, solo déjate llevar por la música – Rió – Confía en mí.


Ambos bailaban abrasados el uno al otro. Madeleine con sus ojos cerrados y Michael con una sonrisa, como siempre.







Luego de transcurridas unas 2 horas aproximadamente, Madeleine hablo para los invitados.
La fiesta continuo, pero algo, algo especial, cerraría con broche de oro.









Se escucho un estruendo.









El vidrio estaba roto.








Una bala había roto el vidrio. Un cuerpo yacía ensangrentado en la fina alfombra del salón. Era un caos. Las personas corrían de un lado a otro, gritaban aterradas. No sabían quien sería el siguiente.
Podría ser Madeleine, Michael o tal vez Nicole, podría ser yo, o podrías ser tú, nada se sabía.
De pronto un silencio incómodo, y terrorífico invadió el lugar.


- Mike, tengo miedo, vámonos de aquí – Dijo Madeleine con sus ojos cristalizados.
- Tranquila – La abraso – Todo estará bien.
- ¿Seguro?
- Si, estoy seguro. Pero por seguridad… Ve arriba y empaca una maleta con tus pertenencias y yo iré por Blue y Charlie.
- ¿Para que? – Preguntó desentendida.
- Nos vamos a mi casa, para mayor seguridad.




Eso hicieron. Rosa y George fueron también con ellos y la casa queda un poco abandonada por unos días, mientras la policía se encargaba del asesinato. Maddie se mantenía algo escondida de la Policía, por miedo más que nada, por lo que George se encarga de los trámites y ese tipo de cosas.


Habían transcurrido 4 meses y medio desde que Madeleine vivía con Michael. La investigación de la Policía se había alargado muchísimo, ya que decían encontrar pruebas, hacer estudios, investigaciones, etc.


- ¿Mike?
- Si, corazón – Sonrió tiernamente.
- ¿Dónde esta Blue?
- En mi cama, durmiendo, o por lo menos así la deje cuando me fui de la habitación.
- Ok, y más te vale eh! – Dijo con mirada amenazadora y cruzándose de brazos.
- Oh! Con esa miradita, no podré mentirte – Dijo abrazándola para luego tomarla en brazos.
- ¡Hey! A donde me llevas, ¿Qué te pasa? ¡Bájame! – Dijo dándole un leve golpe con la palma de su mano en la cabeza de Michael.
- No, no te bajaré – Sonrió victorioso.
- ¡ B A J A M E !
- Deja de gritar Madeleine Strong – Dijo botándola en la cama.
- Oh no! Te conozco Michael, cosquillas no! – Dijo aun con sus manos en el cuello del joven – No te soltare, por que se que mi vida corre peligro.

Sus rostros se rozaban. Las palabras ya no salían de sus labios. Sus miradas chocaban. Sus respiraciones se volvían una sola. Las manos de Michael estaban en la cintura de la joven y las de Madeleine en el cuello de Michael. Se iban acercando. Se iban….haciendo uno.

martes, 18 de enero de 2011


Capítulo VII


Los días que le siguieron a la llegada de Madeleine, la joven se dedico a retomar su trabajo. Estaba feliz, con las personas que quería y devuelta en Londres.

Una fría mañana de otoño, recibió una extraña llamada. No sabía que hacer.

- ¿Qué pasa? – Pregunto Rosa algo preocupada.
- Recibí una llamada, de la Policía – Dijo algo asustada.
- ¿Qué te dijeron?
- Me ofrecieron trabajar para ellos, que delate a mis amigos, y a quien conozca que trabaje en esto y en las drogas, y a cambio me darán protección, me reduzcan los años de cárcel o simplemente no vaya a la cárcel – Pausó – Quizás…deba cambiar mi celular.
- O…aceptar – Murmuró Rosa.
- No, no creo poder hacer eso, son mis amigos, los únicos que tengo y he tenido, junto con Michael, claro.
- ¿Qué hay de Mike?
- ¿A que te refieres? ¿No pensaras que lo meteré en todo esto, o que le diré?
- No me refería a eso, Michael no tiene nada que ver con eso.
- Oh! Escuche que hablaban de mi – Sonrió – Espero que no mal eh!
- ¡Michael! Niño malo, ¿por donde entraste? – Dijo Maddie abrasándolo.
- Por la puerta, no me creerás capaz de entrar por una ventana, cualquiera pensaría que soy un ladrón y llamarían a la Policía.
- ¡Hey! Nadie dijo eso – Dijo dándole un pequeño golpe en su brazo.
- Oh! Hola Rosa – Dijo dándole un tierno beso en la mejilla.
- Hola Mike, bien, creo que debo ir a ayudar a George en la cocina, debe estar haciendo un enorme caos – Rió.
- Oh, Dios! Tendremos que prohibirle que entre a una cocina – Dijo Maddie con una de sus manos en su frente, mientras Rosa se retiraba.
- ¿Te parece si vamos a comer…o vamos al parque, o simplemente salimos a caminar?
- Si, me parece – Sonrió – Sería lindo ir al parque a caminar, están combinadas la alternativa B y la C
- Es verdad Maddie, muy buena idea, hagamos un picnic en el parque y luego vamos a caminar, ahora está todo combinado – Ambos rieron.



Reunieron las cosas necesarias para un picnic, y se fueron al parque. Rara vez realizaban este tipo de cosas, siempre se quedaban en casa de Madeleine o de Michael. Llevaron a Blue y a Charlie, hacía un tiempo que no salían los cuatro y eso para Maddie sonaba gracioso, ya que ambas mascotas para ellos eran como personas, por que las trataban como tal.


La tarde paso de lo más rápido, o por lo menos  para ellos había sido así.

- ¿Sabes? Estoy planeando hacer una fiesta de disfraces.
- Interesante – Sonrió – Creo que nunca he ido a alguna, será genial, será inolvidable.
- Si el señor Jackson lo dice, así será. Eso si, no será algo pequeño, quiero hacer algo… Grande, maravilloso y que las personas se sorprendan, alucinen. Aún planeo que haré para que eso suceda – Rió.
- Me das miedo Madeleine Strong.
- Que bueno saberlo.






Algo le decía a Madeleine, que en esa fiesta de disfraces ocurriría algo…inusual, o especial. Aún no lo sabía bien.









- ¿Cuánto falta para que lleguemos? – Pregunto por décima vez.
- Tranquila Nicole, tu sabes que mi casa esta apartada de la civilización – Rió – Solo ten paciencia ¿si?
- Conoceré a tu amiguito, ¿Cómo quieres que este?
- Lo asustarás y harás que salga corriendo – Rió como imaginándose la situación.
- Espero que no.




Cuando Madeleine y Nicole llegaron a la casa, Michael se encontraba en el jardín de atrás, sentado bajo un árbol con los ojos cerrados y a Blue en sus piernas, durmiendo como un verdadero ángel.


- Vamos señorita emociones, Michael esta atrás, en el jardín.
- Camina tu adelante, para que me presentes – Sonrió.
- Esta bien, una cosa antes de salir – Pausó – Esto lo hago por que eres mi amiga, eres como mi hermana.
- Gracias – Susurró.


Michael, que aún seguía con sus ojos cerrados, no se percató de la presencia de las jóvenes. A lo que Madeleine aprovecho la oportunidad de asustarlo. Blue dio un salto al igual que Michael, y salió corriendo, a diferencia de Michael, que solo se quedo ahí mismo.


- ¡Niña mala! Me asustaste, estaba pensando – Dijo riendo.
- Tenía que hacerlo – Rió – Y no soy “Niña Mala”, tú si lo eres Niño malo.
- Ok, no lo eres – Sonrió.
- Mira – Dijo tomando del brazo a Nicole – Es una amiga, y quería conocerte, así que la traje para que pasemos una tarde los tres.
- Genial, más diversión.
- Hola, soy Nicole – Sonrió tímidamente.
- Hola Nicole, soy Michael.
- Bien, que haremos Señor Jackson.
- ¿Qué les parece si…¡Guerra de cosquillas! Todos contra todos ¿si?
- Interesante – Dijo Maddie – Yo te cubriré Nicole, Michael corre muy…muy rápido.
- Gracias – Dijo corriendo – Yo en tu lugar correría, mira a tu lado.
- Oh! tienes razón – Dijo corriendo.


Maddie y Nikki como le decía Michael, planearon unirse y hacerle cosquillas a Michael, juntas ganarían la “Guerra de cosquillas”
Los tres pasaron una tarde muy agradable. Una tarde inolvidable, como ninguna otra. Jugaron, bromearon, se tiraron a la piscina unos a otros, mediante trampas, se divirtieron, etc.
Eran “el trío perfecto”
Ahora Michael, había hecho una nueva amiga. Sería interesante lo que vendría por delante.
Ahora…la historia cambiaría. Sería diferente. Sería… triste, tal vez. El mundo no puede ser color de rosa, eso estaba claro.


Continuara...

miércoles, 12 de enero de 2011

Algo así, sería Madeleine.
Capítulo VI


[Narra Madeleine]

Pasar tiempo con Michael era único. El era el primer amigo que tenía. Desde niña siempre estuve sola, no es por que yo no quería hacer amigos, al contrario, era lo que más anhelaba, pero mi padre no me lo permitía, nunca quiso que me relacione con otros niños o niñas de mi edad. Por otra parte mi mamá estaba en contra de él, y aunque no se lo decía con palabras, sus gestos lo demostraban. Se preocupaba mucho por mí, hasta sus últimos días lo hizo. Mi padre fue todo lo contrario, pensaba que llenándome de cosas materiales recompensaría el amor que no me daba. Pero ese no es el punto ahora.

- ¡Michael! Detente, no puedo seguir corriendo, me canse – Dije con la respiración entre cortada.
- Ok, yo también me cansé, ¿Quieres que te lleve cargada, como una pareja de recién casados? – Rió.
- ¡No!, ¿Cómo se te ocurre? – Sonreí.
- No lo sé, dijiste que estabas cansada, se me ocurrió.


Sin hacer caso a mis palabras, me cargó.

[Fin de la narración de Madeleine]








Algunos meses después.




¿Estas segura de lo que haces?” Le preguntaba una voz en su cabeza, a Maddie. Pero aún así continuaba, debía hacerlo, aunque no quiera, aunque no lo desee. Y era difícil hacerlo.

- Es hora de subir al avión – Suspiro.
- Debes hacerlo – Dijo Rosa abrasándola.
- ¡No quiero! ¡No puedo! ¿Qué hay de Michael?
- Volverás a verlo… Algún día mi niña.
- ¿Qué pasará si olvido su sonrisa, sus ojos, o… a él? – Murmuró.
- No pasará, te lo aseguro. Yo me encargaré de decirle que te fuiste.
- No le dirás la verdad ¿o si?
- No, no lo haré, confía en mi – Dijo besando la frente de la joven.
- Adiós.
- Adiós Maddie.



Subió al avión, dejando todo en Londres.









3 años después…


Su vida había transcurrido normalmente durante todo el tiempo que había estado fuera de Londres.
Y había conocido a muchos amigos.
Ella había huido del país, para poder protegerse, sabía que era buscada por la policía y ahora que el tema de los asesinatos estaba de lado, volvería esperando encontrar todo tal cual lo dejó.


- ¿Ansiosa? – Dijo alguien al otro lado del teléfono.
- Muy ansiosa, extraño Londres, a mis amigos, mi casa, a ti Michael – Dijo emocionada.
- Bien, ¿a que hora sale tu vuelo? – Pregunto mirando a través de la ventana.
- En dos horas y media, estoy esperando a que llegue el taxi, para irme al aeropuerto.
- Entonces te dejo – Sonrió – Te espero.
- Y yo espero llegar pronto.
- Te quiero mucho.
- Te quiero mucho, pero más – Susurro para luego colgar.




Se escucho el ruido de una bocina, era el taxi. “Hora de irse” Pensó con una enorme sonrisa. Volvería a su vida “normal”.




Una vez en el aeropuerto se dirigió al avión que le correspondía. Se sentó para una larga espera, debía cruzar un océano para llegar.
Poco a poco sus ojos se fueron cerrando, para abrir paso a sus sueños. Dormía como un angelito.












Unas horas después, el avión se encontraba en Londres, a minutos de aterrizar. Una de las azafatas, despertó a Madeleine, y esta aún con sueño comenzó a tratar de despertarse por completo.





Pensaba que George y Rosa estarían allí para recibirla, pero no los vio, solo había una enorme masa de gente moviéndose de un lado a otro, golpeándola al caminar, como si ella fuese invisible.
Dejo sus maletas a un costado del asiento y se sentó. Poso su rostro en sus manos y sus codos en sus rodillas.



- ¿Puedo acompañarla señorita? – Dijo una voz gruesa.

Madeleine no respondió. Solo levanto su cabeza.

- ¿Puedo? – Repitió la misma persona, pero esta vez con una suave y tierna voz.

Ella rió.

- ¿Qué? ¿Qué hice?
- Tu voz – Dijo casi sin poder respirar y aún riendo.
- Era una broma, y ya para, me dejas en ridículo – Dijo serio.
- Ok, me calmo – Dijo seria, de un momento a otro.


Ambos estallaron en risas.




Luego subieron al auto, allí se encontraban Rosa y George, recibieron cariñosamente a Madeleine, con besos y abrazos. Todos juntos, se dirigieron a casa de la joven a “celebrar” la llegada de Maddie, con algo simple, una cena, tal vez.

lunes, 10 de enero de 2011


Capítulo V




Pero algo había salido mal. El tiro había fallado. ¿Qué podían hacer? Le habían dado a alguien que no tenía absolutamente nada que ver en el asunto.




Era el turno de Selena, debía actuar, aunque moría de miedo, nervios e inseguridad. Lo que más deseaba era que esto, precisamente esto, no ocurra, pero… ¿Qué podía hacer, si no era seguir con el plan y acabar con todo de una maldita vez? Así que siguió al pie de la letra lo que sus compañeros le había dicho días atrás e incluso minutos atrás.








Ruidos de sirenas de ambulancias y la policía era lo que ahogaba al centro de Londres. Pero no encontraron nada más que el cuerpo frío y desangrándose de la inocente víctima y metros más allá el verdadero objetivo de esta operación. La policía sabía muy bien quien, o quienes estaban detrás de esto, tenían en claro que aunque tengan que ir al fin del mundo, a Japón, a Norteamérica, Asia o África, los encontrarían.


- Miren que tenemos aquí… Al parecer no son tan astutos – Rió irónicamente uno de los policías.



Las piernas de Selena aún tiritaban, estaba sumamente nerviosa.

- Selena, ¿donde me dijiste que estaba el sombrero y el abrigo largo? – Interrogó Nicole casi hundida por completo dentro de un gran bolso color negro.
- En la maleta color marrón con dibujitos – Respondió con sus ojos llenos de lágrimas.
- Tranquila, Sellie – Dijo Madeleine abrasándola.
- Aún tengo miedo.
- No puedo! – Gritó Nicole - ¡¡NO PUEDO TRABAJAR CON UNA NIÑITA QUE LE TEME HASTA A LOS INSECTOS!! Esto me supera. Además que aquí no esta ni el sombrero, ni los lentes de sol, ni el abrigo…ni el arma – Dijo asustada.
- ¿Cómo que no están? Deben estar ahí – Dijo Christian que iba conduciendo el auto – Si perdemos esa maldita arma estamos perdidos.








- ¿Qué pasa Gonzáles? – Preguntó acercándosele.
- Encontré algo… Algo que nos ayudará mucho – Dijo con una sonrisa maliciosa.
- ¿Así? – Dijo interesado.
- Mira esto – Dijo enseñándole un arma.
- Oh, ya veo.




-Estamos acabados – Dijo Selena – Estamos Muertos.
- Quien sabe Sellie – Dijo Madeleine – Tal vez podamos salir de esta, como salimos de tantas otras.


Cada uno se marcho a su casa, con la esperanza de que algo no salga mal, no más de lo que había salido anteriormente.





Maddie se encontraba recostada bajo un árbol, en el jardín trasero de su casa, sobre su pecho, dormía Blue y ella de cara al celeste cielo, con sus ojos cerrados.


- Hola – Se escuchó una suave voz a su lado.
- Ah, Michael – Sonrió – Hola.
- George me dejo entrar, ¿te molesta? – dijo recostándose al lado de la joven.
- No, claro que no – Cerró sus ojos acariciando a su pequeño gatito.
- ¿Viste que en el centro de Londres asesinaron dos personas? – Preguntó intrigado.

Los ojos de Maddie se abrieron como dos verdaderos platos.

- Am…Ss…si – Contesto dudosa.
- Dicen que fueron cuatro sicarios, tres mujeres y un hombre – Rió – Raramente se oyen casos de sicarios que sean mujeres, es bastante interesante, ¿no lo crees?
- Cierto, bastante interesante.
- Antes quería ser policía para investigar sobre asesinatos, me parece algo…interesante – Miro al cielo, para luego proseguir – Maddie, hoy no supe de ti, vine por la mañana, pero Rosa me dijo que estabas en el trabajo, fue en ese momento del asesinato.
- Ah, ¿si?
- Si.
- Estaba… Estaba en mi trabajo, y luego con unos amigos decidimos salir a comer por ahí.




Luego de un gran esfuerzo, Madeleine logró voltear la conversación sobre el asesinato en el que ella había participado. La ponía incomoda, nerviosa. Sentía que debía decirle la verdad a Michael, pero había “algo” que la detenía.
Si le decía, tal vez, él podría enojarse con ella, por matar a personas. Pero si no lo hacía, algo le molestaría, estaría molesta con sí misma. ¿Qué podría hacer? ¿Distraerse? ¿Hacer como si esa parte de su vida no existe? ¿Disfrutar de su amistad con Michael? ¿Salir corriendo?  No lo sabía, no sabía que hacer.



- Simplemente, dejaré que las cosas pasen – Susurró.
- ¿Dijiste algo?
- No, solo pensaba en voz alta, algo.
- Se puede saber, o ¿es secreto? – Rió pícaramente lo que produjo que Madeleine también haga.
- No vayas a pensar mal.
- No, ¿Quién te dijo eso?
- Tu mirada me lo dice, niño malo.
- ¿Yo? ¿Niño malo? – Rió.
- Si, lo eres – Dijo mojándolo.
- Me vengaré.


Y eso hizo, se vengo de la peor manera. Cosquillas.
Esa fue la tarde más entretenida, que pudieron pasar a lo largo de todo el tiempo que llevan de ser amigos. Jugaron, corrieron, comieron, etc.
Eso iba bien… Hasta ahora, claro. 




Capítulo IV









- ¿Mio? ¿El gatito? ¿El de la ja…
- Si, ese mismo – Rió.
- Es hermoso – Murmuró observando al pequeño ser que se encontraba frente a ella.
- ¿Qué nombre le pondrás? – Preguntó acariciando al gatito.
- Mmm… ¿Qué te parece si… le llamamos Blue?
- Es hermoso, muy creativo y además sus ojos son en un tono azulado.
- Tienes razón, es el nombre perfecto.
- Maddie, ¿puedo preguntarte algo?
- Si, claro que si, lo que quieras – Dijo mientras tomaba entre sus brazos al pequeño animal.
- ¿Qué hacías con un arma? ¿Ibas a matarme?
- ¿De que hablas? – Dijo desentendida.
- De aquella arma que esta sobre la mesita de noche.
- Ah, esa.


Ya no podía hacerse la “desentendida”.


- Es sólo por precaución, tengo una enorme “fobia” a lo que son los ladrones y… Pensé que eso eras.
- Pero, ¿es de verdad? – Preguntó tomando el arma entre sus manos.
- Si, lo es. No vayas a pensar que es ilegal y que la compre quién sabe donde. Esta inscrita, por lo tanto es legal – Dijo todo en un tono tan rápido, que apenas, ella misma se entendió.
- Tranquila! No te estoy pidiendo una explicación – Rió tiernamente.
- Será mejor que guarde esto.







Los días que siguieron, fueron los tres juntos, si, los tres, por que Blue, el pequeño minino los acompañaba a la mayor parte de los lugares de iban.





Algunos días después, una tarde fría.


Madeleine, Nicole, Selena y Christian “planeaban” un nuevo trabajo, quizás de esos en donde más dinero se podría ganar, pero también donde más se arriesgaba la vida, pues debían encargarse de un hombre muy importante, uno de los más importantes mafiosos de Londres, en ese entonces, por lo que debían hacer un trabajo “especial” como solía decir Selena. Debían ser silenciosos, cautelosos, y estar al pendiente a la vez de su vida, su seguridad.


El trabajo se llevaría a cabo en 5 días, exactamente el 17 de mayo. En el estarían Madeleine, Chris y Nicole, Selena estaría “en cubierto” para cualquier cosa, que se salga de protocolo o salga mal.


Dos días antes de llevarse a cabo el nuevo asesinato, repasaron cada cosa que debían hacer, nada podía dejarse al azar. Esto era más que importante.






- Maddie… ¿Recuerdas que debes hacer? – Preguntó Christian por onceaba vez.
- Si, lo recuerdo Christian, no debes preguntarme cada 2 minutos lo mismo, me saca de quicio y lo sabes – Respondió serena.
- Siento nervios – Murmuró Selena – Siento miedo.
- Es normal, es tu primer trabajo en esto – Dijo Nicole como si matar personas fuese normal o “pan de cada día”.
- No seas así Nicole, Selena es nueva en esto, tenemos que apoyarla -  inquirió Madeleine.
- Ok – Dijo Nicole sin más, como si no le importara.
- Ya! Cállense, estamos por llegar, conserven la calma, respiren – Interrumpió Christian algo tenso.


Después de eso, nadie habló. Era un silencio incómodo, nadie se atrevía a romperlo, por miedo a algo, tal vez.




Al llegar al lugar, cada uno se fue por su camino, como se había acordado. El procedimiento se llevaría a cabo desde la azotea de un edificio.


Había llegado el momento de actuar. Y sin más, Madeleine disparó.