domingo, 4 de marzo de 2012

Save Me From Myself; Jar Of Hearts.



Capitulo 39




Luego de ver que la puerta se cerraba, dejo la toalla que traía en sus manos, sobre un pequeño diván ubicado a los pies de la cama. Con sus pies descalzos avanzó hasta el balcón y posó sus manos en el barandal, elevó su vista hasta el cielo para así contemplar las pequeñas luces incrustadas en el firmamento, una luna medianamente abrazada por unas cuantas nubes, como si la protegieran del frío de la noche.
Cerró los ojos y suspiro, había algo en su mente que la inquietaba, algo que debía resolver quizás. Volvió hasta la habitación y se sentó sobre la cama, observando la puerta del baño, esperando ver que el picaporte giraba y se abría. Su mirada bajó al suelo y fue ahí cuando pudo ver unos zapatos en el umbral, era Michael.


- ¿Sucede algo?
- ¿Por qué? - Musitó Hayley, al mismo tiempo que se ponía de píe y caminaba nuevamente al balcón.
- Por qué noto algo diferente en tu mirada - Contestó él, desde la habitación.


Hayley no respondió, simplemente volvió hasta la habitación e ingresó al baño, sin pronunciar palabra alguna, solo dejo salir un pequeño suspiro. Cerró la puerta con llave, desde adentro y se detuvo en frente del espejo, para observarse. Con un poco de intranquilidad, recorrió cada estante del mueble del baño y la tranquilidad volvió a ella cuando tuvo una pequeña caja de pastillas en sus manos, caja que dejo junto a un vaso con agua sobre el lavabo. Luego caminó hasta una pequeña ventana, para observar el cielo, para buscar en alguna de las estrellas las respuestas que necesitaba. 
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el pequeño rechinar de la puerta, por lo que lentamente volteo...Ahí estaba Michael, con la cajita de pastillas en sus manos, en su rostro habían expresiones poco definidas, estaba confundido.


- Michael - Musitó mientras su voz se quebraba, pero aún no habían rastros de lágrimas en sus ojos.
- ¿Por esto estabas tan rara?
- No lo sé, hay cosas que no están en orden en mi cabeza.
- Hayley, quiero que tengas en claro que si no quieres quedar embarazada, ¡Solo debes decírmelo! - Dijo subiendo el tono de su voz - ¡Sabes que quiero tener un hijo contigo! Maldita sea.
- Michael, tranquilízate por favor.
- ¡No quiero!
- Michael... tú no entiendes - Murmuró bajando su vista hasta el suelo y luego observó a Michael a los ojos.
- ¿Entender que? - Dijo frío.
- ¿Acaso quisieras que tu hija o hijo cuando tenga 14 o 15 años tenga sus brazos con los míos, que quiera desahogarse dañándose a si mismo? ¿Quieres que me tenga a mi como ejemplo a seguir? No quiero dañar la vida de un pequeño ser que no tiene la culpa de todo lo que me ha pasado - Dijo con su tono de voz elevado, mientras sus ojos se cristalizaban de lágrimas.
- ¡Es tu culpa! ¡Todo es tu culpa! Maldita sea, estuve prácticamente toda una vida ayudandote, no me vengas con eso, si llegaste a eso es unicamente tu culpa, quise ayudarte, pero no me dejaste - Dijo tomándola fuertemente del brazo derecho.
- ¡Michael suéltame!
- ¿Esto te duele cierto? Pero hay cosas que duelen más.
- ¡Suéltame! No voy a permitirte que me hagas daño, no tienes derecho.
- Pero tu si puedes tomar un cuchillo y herirte los brazos, solo tu puedes arrojarte contra una pared ¿Cierto? - Dijo aún más alterado y tomándola de ambos brazos.
- ¡Cállate! ¡Cállate Michael! ¡Déjame en paz! Solo quiero ser feliz, quiero una vida tranquila - Murmuró mientras las lágrimas resbalaban de su rostro.




Al oír esas palabras, Michael dejo de presionar los brazos de Hayley con sus manos. Se paró en seco, frente al espejo y se observó a sí mismo y a Hayley. Dejaba de ser aquel hombre calmado y caballeroso con ella, esta vez dejó salir al demonio que traía dentro. Esta vez...dejaba de ser un hombre para convertirse en un monstruo.




- Pensaba que en tí había encontrado a alguien que nunca me pondría un dedo encima de esta forma, pero no lo voy a permitir, no de nuevo - Dijo mientras tomaba una pastilla en sus manos y la dejaba en su boca, para luego tomar un sorbo de agua - Quiero que te marches de mi casa, no quiero verte nunca más Michael.




Luego de pronunciar lo anterior, salió del baño para cambiar el pijama que traía puesto, por ropa normal, salió de la casa dejando a Michael congelado.
Hayley corrió por la playa, mientras que por sus mejillas caían una tras otra, pequeñas lágrimas de cristal. Mientras Michael, desde el balcón la observaba.







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