miércoles, 23 de febrero de 2011




Capítulo XVII

¿Que hacían ellas dos con...esos tipos? Ella nunca se relacionarían con esos tipos, que desde hace mucho querían ver muerta a Madeleine. Tenía que huir, no le quedaba de otra.


Lo más rápido que pudo salió del lugar, sin despertar sospecha en Michael. Fue difícil, pero pudo.....



Por lo menos por un rato.


- ¿Que ocurre Maddie? Estas nerviosa.
- ¿Nerviosa? No, no, no lo estoy.
- Si, lo estas, desde que nos fuimos del parque, ¿ a que o quién viste que te puso así? - Dijo algo alterado.
- Es solo que...quería irme - "Pésima mentira" Pensó.
- Estas mintiendo Madeleine, ¿porque no confías en mi?
- Esta bien - Bajó su mirada - Estaba huyendo de alguien.
- ¿Quién? - Preguntó curioso.
- De mi ex novio - "Maldita mentira" Pensó.
- ¿Ex...Novio? - Dijo sorprendido y con un tono celoso.


Madeleine solo lo miró, sorprendida por su reacción. Michael se dio cuenta y trato de disimular.

- ¿No te llevas bien con él? 
- No lo quiero ver más.

No quería mentirle, pero era "por una buena causa". No se consideraba buena mintiendo.


- Comprendo - Dijo él.



Ambos se quedaron en silencio.



- ¡Oh no! - Dijo mirando el espejo retrovisor del auto.
- ¿Que ocurre?
- Nos vienen siguiendo.
- ¿Siguiendo? ¿Quienes?
- Unas personas que... quieres verme muerta.
- ¿Muerta?
- Michael, es mejor que no preguntes, no te asomes, no mires para atrás y bajes un poco la cabeza ¿si?
- Pero...Maddie ¡No!
- ¿No que Michael? ¿Quieres morir?



Morir...



Madeleine aceleró la velocidad del auto. Estaba nerviosa, tiritando y con un nudo en su garganta.




- Maddie, no puedes seguir manejando así, nos matarás.
- Aún nos siguen.
- Madeleine ¡Escúchame!
- ¿Quieres que pare el auto, nos bajemos e intercambiemos de asientos?
- No lo sé, ¿puedes tratar de perderlos?
- Supongo - Dijo observándolo - Tengo miedo.




Miedo, Madeleine nunca lo había sentido, no hasta ahora y era raro en ella.


- Tranquila - Sonrió, Michael - Estoy aquí, contigo y siempre lo estaré.




Eso ayudo mucho a la chica, a que confiara más en si misma.









- ¡Tú, me mentiste! - Dijo Michael mirando fijamente la ventana.
- ¿Que?
- Me mentiste - Dijo sin mirarla - No huías de tu "ex novio", huías de ellos.


Ella solo se quedo en silencio.


- ¡Vamos Madeleine! Dime la verdad.
- Yo...


Tenía miedo a que Michael reaccionara mal, muy mal.


- Lo hice por tu bien - Dijo deteniendo el auto.
- ¿Por mi bien?
- Te hubiesen matado, por mi culpa.

viernes, 18 de febrero de 2011





Capítulo XVI



- ¿Qué pasa princesa – Preguntó Michael, apareciendo de la nada.
- N….Nada Mike, nada, ¿Por qué?
- Me pareció raro que estés tanto tiempo al teléfono.
- Hablaba con una amiga – Mintió.
- ¿Con Nicole?
- Eh… Si, con ella – Mintió de nuevo.
- Hace mucho que no la veo, ¿Qué es de esa muchacha? – Sonrió.
- Esta trabajando en el extranjero… Creo – Dijo susurrando el “creo”.







Algún tiempo después…




Desde que a Maddie le habían “advertido” sobre la vida de Michael, estaba más atenta que nunca a lo que hacía y no hacía.



La joven recibió un sobre, con nada más escrito que un “Para Madeleine”. El sobre estuvo bajo la puerta toda la noche y por la mañana, al levantarse a desayunar, lo encontró.
Tomó el sobre que estaba cerrado, lo abrió y dentro de el, había una hoja con algo escrito en ella.
Cuídate y cuídalo a él” – Decía la hoja. En la parte inferior derecha de ésta última, en una letra cursiva y algo pequeña se podía leer “NSL




¿”NSL”? ¿Qué significaba eso?




Para ella, esto era más que una “advertencia”, era una amenaza.




Pero…






¿Cómo estaría tan al pendiente de Michael si a la vez tenía que trabajar?





Sería complicado y… ¿Divertido?




Madeleine, luego de leer aquel sobre que guardo muy bien, fue a desayunar.
Luego se alistó para salir.


- ¿Maddie? – Dijo Michael desde la entrada.
- Mike, ¿Qué ocurre? – Dijo algo asustada.
- Nada, ¿Por qué….debería ocurrir algo?
- No – Sonrió – Hola.
- Hola – Rió - ¿Vas de salida? Si quieres te acompaño.
- Si, voy de salida, si quieres me acompañas.
- Si no es molestia, sino vengo otro día – Dijo sonriendo.
- Solo voy a dar mis clases.
- Esta bien, te acompaño – Dijo caminando junto a la chica - ¿Dónde das tus clases?
- En un colegio, cercano a aquí.
- No me habías hablado sobre eso.
- Es porque el trabajo no lo conseguí hace mucho.


Pero no estaba segura de si seguir con su trabajo, después de todo debía ocuparse de su otro “trabajo”, de vez en cuando.


Luego de las clases que daba Madeleine, Michael y ella fueron al parque.


- ¿Cuántas veces hemos venido a este parque juntos?
- Ni idea Mike, son muchísimas veces – Dijo sentándose en el pasto – Amo este lugar.
- Es muy tranquilo.
- Es un lugar muy especial – Dijo observando a unas personas.



¿Qué tenían aquellas personas que llamaron su atención?




- Michael, ¿nos podemos ir?
- ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
- Tengo frío – Mintió.
- Esta bien – Dijo mientras ayudaba a Madeleine a levantarse del suelo.





Lo único que quería Madeleine, era salir de aquel lugar lo más rápido posible. Volteo, para ver a aquellas personas y vio a….



























¿Selena y Nicole? 

miércoles, 16 de febrero de 2011




Capítulo XV


- ¿Que pensabas? - Dijo ella.
- En todo lo que ha pasado a lo largo del tiempo. En nosotros.



"Nosotros", esa palabra resonaba en la cabeza de Michael. Maddie, simplemente no dijo nada.


- ¿Piensas que esto algún día pueda acabar... para siempre? - Preguntó ella, sin observarlo.
- Todo comienzo tiene su fin, aunque sea triste, pero es así, nos guste o no.
- No quiero que eso pase.
- Ni yo Maddie - Dijo abrasándola y dándole un pequeño beso en la frente.
- ¿Iremos a comer o dejarás que muera de hambre? - Sonrió.
- Esta bien, vamos.


Juntos fueron a preparar algo de comer, esperaron a que estuviese listo y comieron, conversaron, rieron, y muchas cosas más.



No salieron a ningún lugar en especial. Solo se quedaron en casa. 
Subieron al techo de la casa, para observar el cielo, Michael como siempre, trataba de hacer reír a Maddie, con chistes o cualquier comentario.


Pasaron prácticamente toda la noche en el techo, hasta que amaneció. Aunque no querían bajar, lo hicieron. No tenían sueño, a pesar de que no habían dormido nada.


- Bien, creo que iré a darme un baño.
- Yo también - Dijo él.
- Nos vemos en el desayuno Mike.
- Nos vemos Maddie.


Cada uno se dirigió a su habitación para darse un refrescante baño. Luego se vistieron y bajaron.


- Te demoraste mucho, niño malo - Dijo bromeando.
- Quise relajarme - Sonrió - Y no me llames así, si lo sigues haciendo, te haré cosquillas.
- Ya lo veremos después de desayunar - Dijo guiñando su ojo izquierdo.


Antes de que terminasen de tomar desayuno, Rosa los interrumpió.

- Disculpen que interrumpa su desayuno - Dijo Rosa - Madeleine, tienes una llamada - Sonrió.
- Gracias por avisar Rosa - Sonrió cálidamente - Disculpa Michael, debo atender - Dijo levantándose de su silla.
- Ve a atender, no te preocupes.
- ¿Quién llama? - Preguntó a Rosa, mientras salían del comedor.
- No dijo su nombre.
- Oh, esta bien.
- La dejo a solas, con permiso - Dijo retirándose.



~Llamada~

- ¿Hola? - Dijo tomando el teléfono.
- ¡Tanto tiempo sin vernos ni oírnos Maddie!
- ¿Perdón? ¿Quién eres? - Dijo sin entender.
- ¿Tienes mala memoria o de verdad no me recuerdas?


¿Quién estaría llamándole? ¿Por que estaría llamándole? ¿Para que? ¿Sería algo importante? ¿Tendría que ver con Michael?


- ¡Deja de jugar! - Contesto Madeleine, fríamente.
- Tranquila Madeleine, da igual que no sepas quien soy.
- No, no da igual.
- El punto es que....Debes cuidar a Michael, no vaya a ser que le pase algo malo, por tu culpa.
- Déjate de hablar estupideces y no te metas con Michael, si la cosa es conmigo, él no tiene nada que ver aquí.
- Yo solo me encargo de advertirte y decirte que lo cuides, una nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Adiós Maddie - Dijo para luego cortar.




"¿Quién era la persona que había llamado?" Era la pregunta que rondaba por la cabeza de Madeleine.













- Bien, esta vez, ninguno de los dos escaparan.
- ¿Llamaste?
- Si, llamé y le advertí.
- ¿Que dijo?
- Que no me meta con Michael.
- Ya lo veremos.
- ¿Sospecharán de nosotras?
- No lo creo Selena.
- ¿Que planeas hacer?
- Ya verás querida... Ya verás.

lunes, 14 de febrero de 2011




Capítulo XIV



Luego de la llegada de Michael, Madeleine había cambiado mucho, ya no sufría de crisis nerviosas.

Michael decidió llamar a un doctor, para saber sobre el estado de Maddie.


- Michael - Dijo el doctor - Madeleine está durmiendo, sería bueno que la dejaras descansar. 
- Esta bien - Sonrió - ¿Cómo esta Maddie?
- La verdad, es que desde la ultima vez que la vi, ha mejorado bastante.


Michael solo sonrió.


- Ella siempre lo mencionaba a usted, decía que lo extrañaba mucho - Pausó - Le quité algunos medicamentos, que no son necesarios, por lo tanto no debe seguir tomándolos. Pero tendrá que tomar otros, que deje en la habitación.
- No se preocupe doctor, yo me haré cargo.
- Me parece bien Michael - Sonrió - Me retiro, espero que este bien, y cuide a Madeleine, las indicaciones, las anote en una hoja que esta sobre la mesa de noche.
- Muchísimas gracias doctor, no se preocupe que yo la cuidare.
- Trátela con amor.

El joven solo sonrió. Esa frase recorría su cabeza una y otra vez.
Entró a la habitación, recogió los medicamentos y las indicaciones del doctor, para guardarlas en un lugar seguro. Luego volvió a la habitación de Madeleine, se sentó en el suelo y la observó. Mientras ella dormía, él acariciaba el cabello de la chica y le susurraba frases o palabras. Pero había algo que quería decirle desde hace mucho tiempo atrás.


¿Era hora de decirlo?



No, no lo haría, guardaría el secreto, al menos por ahora.


De pronto entró Blue, se acercó a Michael y se sentó a su lado, lo miraba fijamente a lo ojos, se lamió la pata  para luego subir a los pies de la cama.

- ¡Oh! Pequeño Blue, ¿donde estabas? - Sonrió.

El pequeño gato solo lo observó y cerró sus ojos.

- Durmiendo, supongo - Rió, contestándose a si mismo - Tú y Charlie me ayudaran a cuidar a Maddie. Eres un dormilón Blue.





Luego de un rato, Maddie despertó. Sentía mucho sueño y estaba un poco mareada.


- Se me cierran los ojos solos - Dijo bostezando - Perdón - Rió.
- Descuida - Pausó - ¡Buenas tardes señorita Madeleine! 
- Buenas tardes Mike, ¿que hora es?
- Son las 19:15 de la tarde, casi noche.
- Dormí mucho, creo que es hora de que me levante, además tengo hambre.
- ¿Vamos a comer?
- ¿En pijama?
- Si quieres - Sonrió.
- Prefiero cambiarme, me sentiría rara, por que tu no estás en pijama - Dijo acariciando a Blue.
- Esta bien, te dejo para que te cambies - Dijo saliendo de la habitación.


Maddie se cambió de ropa y bajó al comedor.





- ¿Michael? . Preguntó mirando hacia todos lados - ¿Donde se metió ese niño malo?




La muchacha buscó por toda la casa, pero él no estaba.






Abrió la puerta que daba al jardín, ahí estaba él, sentado bajo la sombra del árbol más grande, su favorito.
Ella camino en silencio, hasta donde el se encontraba, se sentó a su lado y recostó su cabeza en el hombro del chico.

- ¿Por que tan solo? - Preguntó ella.
- Quería pensar - Dijo él, mirando a un punto fijo.
- ¿Que pensabas?
- En todo lo que ha pasado a lo largo del tiempo. También en...nosotros.

martes, 8 de febrero de 2011

Capítulo XIII






La joven abrió la puerta pero... Solo había una rosa blanca, puesta de una delicada forma sobre la alfombra de la entrada.




La tomo y la miro muy detenidamente, algo  raro vio en ella:  uno de los pétalos más interiores era de un color rosa pálido. Eso le llamó muchísimo la atención. Pero eso no era lo más raro, lo más raro era que... Los pétalos de al lado, llevaban algunos colores del arco iris, pero no en un tono muy cargado, sino en un tono pálido y que no se podía apreciar a simple vista.




Cerró la puerta y se sentó en el tercer escalón de la escalera que daba al segundo piso de la casa. Blue se sentó al lado de la chica, a observarla. Madeleine miraba confusa la rosa. Luego se levantó y la dejo en un florero y subió las escaleras, con rumbo a su habitación. Dejó el florero sobre una mesa y se dirigió al ventanal que daba al balcón. Amaba estar en el balcón. Paseo sus manos por el barandal del balcón, apoyo sus codos en el, y a su vez su rostro en sus manos.
Luego de un momento de contemplar el cielo, se sentó en el barandal, dejando uno de sus pies colgando en el aire.








Soltó una de sus manos.












Iba a soltar su otra mano, para dejarse caer. Lo estaba pensando hacer. Lo haría.


Pero... Siempre hay un "pero".









Alguien la tomó de la cintura...



-No lo hagas, por favor - Susurró alguien en su oído. mientras la sacaba de donde se encontraba.






Madeleine solo mantenía los ojos cerrados.




- No sé que haría sin ti - Repitió aquella persona.






Esa voz. ¿De que lugar conocía esa voz?






































Abrió lentamente sus ojos. Era él. Era... Michael.
Él lloraba. Ella también.






- Me dejaste - Murmuró ella.
- No quise Maddie, yo... Tenía que hacerlo.
- ¿Sabes todo lo mal que estuve y aun estoy? ¿Sabes cuanto te extrañé? ¿Sabes por lo que pase? ¿Tienes aunque sea una mínima idea de todo eso?
- Se que estuviste y aún estas mal, por mi culpa, se que te hice mucho daño, sin quererlo. Pero yo... También te extrañé mucho princesa.




Se quedaron viendo, el uno al otro. Y se abrazaron. Lloraban en el hombro del otro.




- Te necesite más que nunca Mike.
- Y yo a ti.






Ella se desmayó.




Despertó luego de unas horas. 
Era ya por la tarde, Michael velaba el sueño de la muchacha, mientras le acariciaba el cabello.




- ¿Cómo despertaste?
- Bien, supongo.
- Tiene que ser así señorita Madeleine - Rió - Sino será castigada por ser una niña muy mala.
- Esta bien, soy una niña buena - Sonrió.
- Amo cuando sonríes - Comentó mientras ambos sonreían - ¿Quieres comer algo?
- Mmm... Esta bien, ¿tú cocinarás?
- Si quieres, pero necesito tu ayuda.
- ¡Oh! Eso no suena muy bien que digamos, ¿qué planea hacer señor Jackson? - Rió.
- Eso lo sabrás después princesa.
- ¡Espera! Estoy en pijama, si sales de la habitación, me vestiré y bajo enseguida.
- Esta bien, me estas echando, adiós - Dijo saliendo de la habitación.


Maddie se vistió y salió con una enorme sonrisa, de su habitación.










Empezaba el cambio.

lunes, 7 de febrero de 2011


Capítulo XII






El tiempo seguía pasando, lento y sin piedad alguna. Madeleine se había sumido en una profunda depresión. Se sentía realmente mal. No comía casi nada, había adelgazado bastante.


- Debería morirme – Dijo observando su mesita de noche, que estaba prácticamente llena de antidepresivos y diversas pastillas.


Y lo estaba pensando hacer, desde hacía un tiempo atrás. Miró nuevamente sus medicamentos y una pequeña lágrima cayó por su mejilla derecha. Ella sólo cerro sus ojos, como deseando que nada de lo ocurrido, este pasando.

Al abrir sus ojos nuevamente y se levanto de la cama, su mirada era fría. Se acerco a la mesita y se detuvo justo en frente de ella.


- Hora de tomar esta montaña de pastillas – Murmuró - ¡Las odio! – Dijo botando todo lo que había en la mesa.



Alguien tocó la puerta.



- ¿Maddie? – Preguntó alguien- ¿Estás bien?
- ¡¡Déjame s o l a!! Quiero estar sola, ¡Déjame en paz! Entiéndelo.


La mayor parte del tiempo, Madeleine sufría de crisis nerviosas de este tipo y aún peores.
Durante y después de ellas, la habitación era un total desastre. Jarrones, floreros, cuadros, esculturas y muchas otras cosas eran destrozadas por Maddie.


Luego de estas crisis, la joven tomaba sus pinceles y oleos, para así comenzar a pintar, o tomaba unas cuantas hojas y lápices para dibujar o escribir.
Finalmente terminaba por quedarse dormida, momento en el que Rosa entraba a escondidas, para ordenar la habitación.








Algún tiempo después….





El sol lentamente entraba a través de las cortinas de encajes. La luna se marchaba, para dar paso al majestuoso y brillante sol. El día estaba llegando, un nuevo día.




Blue, el gatito de ojos azules, entró a la habitación. Él y Charlie, eran los únicos que podían entrar y salir a salvo de lugar.

El gatito subió a la cama y en una delicada caminata sobre las blancas sábanas, en poco tiempo se encontró frente a Maddie. Se acerco a la cara de la chica, toco con su nariz la mejilla izquierda de la misma y luego la lamió unas 5 veces.



Él la hacía feliz, cuando lo veía su mundo cambiaba del cielo a la tierra. Era quien podía sacarle más de una sonrisa a pesar de la situación.


















Pero….





















Algo sabía Blue.











¿Sería algo importante?
¿Qué sería?










¿Quién Sería?












¿Acaso Madeleine se animaría a salir de su habitación después de meses encerrada, solo para ver que pasa?








Estaba solo ella y sus dos mascotas en la casa.







O iba, o se quedaba con la inmensa duda.



















Se levanto de la cama y buscó una bata, se la puso y bajo a paso lento las escaleras, detrás de ella, iba Blue.

martes, 1 de febrero de 2011


Capítulo XI





Cuando estuvo todo listo, se decidieron a salir, esta vez, en el auto de Michael.

- Te ves hermosa – Sonrió.
- Gracias, tu también – Rió.
- ¿Qué? ¿Qué tengo en la cara? ¿Por qué te ríes?
- Es increíble las veces que te he visto con ese sombrero, ¿es el mismo de siempre o tienes un armario completo de ellos?
- Solo tengo dos, y es mi sobrero favorito – Sonrió.
- Oh! No me digas, no se nota mucho que es tu favorito – Rió.
- Tonta!
- Niño malo.
- Niña mala.
- No caeré en tu juego – Dijo mirando hacia la ventana.
- Bien – Dijo convencido – Pero ya verás Madeleine.




Luego de un rato, llegaron a un restaurante algo solitario pero de agradable ambiente. Estaban ellos dos y unas cuantas personas, más los trabajadores del lugar.



Ambos pidieron la comida que deseaban comer. Madeleine no estaba acostumbrada a beber vino o champagne por lo que pidió jugo.




Luego de comer, hablaron sobre diversos temas; sus vidas, la vida, ellos, ella, él, etc.


- ¿Vamos a caminar por ahí, donde los pies nos lleven? – Preguntó Michael.
- Bueno – Sonrió.

Tras caminar un buen trecho, llegaron a un parque, estaba todo cubierto de hojas de diversos colores, tamaños y formas, el viento susurraba en los oídos de quienes paseaban por las calles, paseaba por entre las pocas hojas y las ramas de los árboles. Hacía bailar de una forma única y delicada a las ramas y las hojas que reposaban en el suelo. Las nubes avanzaban con lentitud, sin apuro y una que otra ocultaba la luna y las estrellas, pero éstas, querían mostrarse en gloria  majestad a quien las viera.


- ¿Tienes frío? – Dijo Michael con sus manos en sus bolsillos.
- Un poco – Sonrió.
- Si quieres nos podemos ir.
- No, descuida, estoy bien.
- O…si quieres te paso mi chaqueta, o te doy un abraso – Rió.
- Un abraso no vendría nada mal.




Se sentaron en una de las tantas bancas existentes en el lugar. Permanecían en silencio, como en “su mundo” o como si tuviesen miedo de emitir alguna palabra o comentario.






Pasaron las horas….Los días, también vinieron los meses.





Madeleine no volvió a ver a Michael después de esa noche. Él no la busco más, ella…lo hizo sin un resultado positivo. No llego a pensar algo malo, pero le preocupaba la ausencia de su amigo.






El tiempo seguía pasando, lento y sin piedad alguna. Madeleine se había sumido en una profunda depresión. Se sentía realmente mal. No comía casi nada, había adelgazado bastante.